martes, 28 de abril de 2015

Reflexionando sobre...

SER PROFESOR (DE INGLÉS) EN COLOMBIA

Soy profesor por accidente. Sí, por accidente. Cuando ingresé a la Universidad de Antioquia , mi amada universidad, solo quería aprender inglés. ¿Para qué? No lo sabía. Solo recuerdo el “consejo” de mi cuñado: “Hermano, es mejor que ponga como primera opción inglés-español y no inglés, porque así aprende inglés y perfecciona el español” palabras más, palabras menos fue lo que me dijo. En efecto, le hice caso y para no entrar en detalles simplemente diré que en mi primera clase Héctor Ortiz, uno de los mejores profesores que tuve, dijo algo como “ustedes que van a ser profesores….”  Y esa fue mi bienvenida al mundo de la enseñanza del inglés.
Han pasado poco más de dos décadas y he llegado a hacerme una imagen muy clara de lo que es vivir de la enseñanza del inglés en Colombia, o en Medellín, por lo menos. Aunque supongo que en las demás ciudades del país es similar.
Mi vida laboral ha sido muy diferente a las de mis colegas que se encaminaron por el rumbo de la enseñanza en colegios tanto públicos como privados. A excepción de cuatro meses que trabajé en uno de los colegios “puppies” de Medellín, y que fueron los cuatro peores meses de mi vida laboral, siempre he trabajado en institutos de educación no formal. Ganarse la vida como profesor por horas es de lo más difícil que hay y a continuación explicaré por qué.
En primer lugar, se es profesional, algunos lo somos, pero te tratan como desechable. Por desechable me refiero a que no hay un contrato permanente, simplemente si hay clases para dar pues las asignan entre los profesores que tengan disponibilidad. Si no hay clases, pues sencillo, no hay trabajo y por consiguiente no hay dinero. No es de extrañar que la mayoría de los profesores de idiomas tengan que recurrir a otras fuentes de ingreso para completar lo necesario para vivir. Esta condición de desechable es frustrante porque mientras uno ve que en otras áreas la gente puede planificar su vida de una manera más “segura”, como profesor por horas es muy complicado programar su vida financiera. Esto me lleva al siguiente punto: finanzas.
El nivel de ingresos es muy bajo comparado con otras profesiones. No niego que hay meses en que se pueden obtener muy buenos ingresos, eso sí, dictando 10 y hasta 12 horas diarias de clase. Pero hay que tener en cuenta lo siguiente: no todos los meses el ingreso es el mismo. En un instituto medio decente, el valor hora oscila entre 18 y 22 mil pesos hora. Pero de ese valor hay que descontar la seguridad social que uno mismo tiene que pagarse porque la mayoría de los institutos no la pagan. Además, hay que sumar el transporte. Hay que ser como un “turibus” que viaja por toda la ciudad: clase de seis de la mañana en Envigado; clase de nueve o 10 de la mañana en el instituto, que no precisamente queda en Envigado; clase de medio día en X empresa en el Poblado y luego otra clase entre las seis y ocho de la noche. Si hay un “hueco” (espacio entre clases) muy grande, se puede ir a la casa a descansar y luego salir nuevamente a la clase de la noche. Así que ese valor por hora en realidad queda entre 10 o 12 mil pesos hora si no es menos.
Otro aspecto es el número de horas. La fórmula es muy sencilla: a mayor número de horas dictadas, mayor ingreso. Sin embargo, como dije antes, no todos los meses el ingreso es el mismo. De un momento a otro los grupos se “cierran” y adiós ingreso. En un mes el ingreso puede ser de $1.700.000 y al mes siguiente de $754.000 (esta última cifra es real. En el 2014 tuve un mes así). Ya se pueden imaginar lo difícil que es adquirir una vivienda propia y “darse gusticos” a punta de clases de inglés.
Finalmente, con respecto a las finanzas, el año es demasiado corto. Se empieza a mitad de febrero y se termina en octubre o noviembre porque “ya dejemos para el otro año, teacher”. Entonces se trabajan unos 9 meses para vivir 12.
Podría decir muchas otras cosas, pero escribo esto en un momento coyuntural con respecto a la educación en este país. Y mi percepción es que hay un ranquin en las profesiones y las humanidades siempre salen perdiendo, son menospreciadas. Basta con ver la cara de la gente cuando les dices que eres licenciado en idiomas. Su decepción es evidente. Igual les debe ocurrir a los que estudiaron historia, filosofía, literatura, psicología y demás. Pero díganle a la gente que estudiaste medicina o ingeniería de procesos, la carrera de moda como lo fue negocios internacionales a principios de los 2.000, y verás su cara de aprobación porque estudiaste algo “serio”.
Yo no sé bien cuál es la situación de mis compañeros, colegas y amigos de la universidad que estudiamos licenciatura y siguieron la enseñanza tradicional en escuelas y colegios. Pero lo que sí sé es que a la profesión de docente no se le da la dignidad y estatus que merece. Es indignante ver y escuchar a la ministra Gina Parody con esa arrogancia hablar de algo que no sabe y me solidarizo con mis colegas maestros en su lucha por una dignificación de la condición de maestro, docente, educador o como lo quieran llamar.